miércoles, 2 de julio de 2008

Las duras despedidas

Selene Ríos / Edmundo Velázquez

(Edmundo)
La primera vez que vi a Zeus Munive, hace ya cuatro años, pensé que era idéntico a un oso panda.
Después descubrí que era un excéntrico periodista.
Y finalmente lo conocí cuando aceptó aventurarse a entrenarme para la redacción de Cambio.
Venía ya de varios tragos amargos intentando descubrir qué era el periodismo.
Hasta que Zeus apareció.
Y quien primero me pareció un oso panda se convirtió en un verdadero maestro.
Ahora el que se siente animal silvestre, soy yo.
De hecho sí, con su partida me he sentido como el zorro de El Principito.
En un pasaje de la obra de Antoine Saint-Exupéry aquél chamaco estelar le ruega y pide al zorro no encariñarse con él, no domesticarlo.
“Domesticar significa crear lazos”, le decía el zorro al niño enamorado de su rosa. El zorro le pidió una y otra y otra vez que lo domesticara a pesar de que sabía de antemano que lo dejará solito algún día.”
Y así le pasó al zorro.
Y así nos pasa a varios en Cambio, puedo decirlo.
Cuando leí la última columna de Zeus Munive para esta casa editorial apreté la boca, se me endureció el pescuezo y retuve las lágrimas por aquello de que las duras despedidas no son lo mío.
No las soporto.
Pero también, con esa columna recordé el agradecimiento que le tengo por enseñarme lo poco que conozco de periodismo, y más, por enseñarme que en la calle se hace el verdadero oficio, gracias a él entendí que el ser reportero se trata mucho de partirse los pies y joderse más el alma mientras se va descubriendo dónde buscar información o cómo y sobre qué escribir.
“El periodismo no es una carrera de velocidad, es una carrera de resistencia”, me dijo miles de veces recién que había llegado a Cambio, hace apenas tres años y medio. Y con esas palabras, con días enteros de reportear, a punta de zapes y manotazos en la mesa me enseñó lo que en ninguna otra oficina o aula me enseñaron.
A vivir de este oficio.
A quererlo y respetarlo.
Que todo lo que intentara escribir fuera del modo más simple, pero con más sentido.
Que lo que fuera viniera de las entrañas y se fuera al cerebro.
Que en la primera línea se atrapara al lector porque si no, estabas jodido.
Con él comencé a enamorarme de las historias negras de una ciudad, el sentimiento del relato y a apasionarme con la crónica.
Le conocí pocas novias mientras estuvo en Cambio, pero muchos amores en las letras y el cine. Es más, no sé cómo carajos voy a sobrevivir en la redacción sin sus críticas de películas o sus recomendaciones de libros.
Y eso es solamente uno de los detalles por el que lo extrañaré en la redacción.
Lo extrañaré porque sin duda, como El Principito al zorro, Zeus me ha domesticado.
Existe un lazo que nunca se borrará en mi vida.
Y se va, pero nomás de Cambio.
Porque en 360 Grados vamos a seguir dando lata.
Y es amenaza.
Porque Zeus, de mí no te libras.

***

Detalle. Por cierto, aprovecho para aclarar que la redacción de Cambio, empezando por mí, Edmundo Velázquez, tomará este espacio de Dios en el Poder para despedirse de Zeus Munive, aunque de inicio sabemos que planas nos faltarán para decirle adiós a ese cabrón.

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