jueves, 1 de marzo de 2007

Hernández y Génis miente descaradamente: Doger Guerrero

LIC. RODRIGO LOPEZ SAINZ DE JUAMBELZ
DIRECTOR DEL PERIODICO INTOLERANCIA
PRESENTE

El desempeño exitoso en el gobierno no se tolera, provoca el encono y el ataque de quienes ven vulnerados, con el prestigio de otros, sus intereses mezquinos.
Lamentablemente, personajes sin escrúpulos han convertido la actividad pública en un escenario para dirimir complejos, filias y fobias, como la ha hecho Antonio Hernández y Genis.

Por respeto a mi tiempo y el de otros, que no suelo gastarlo en asuntos menores y en personas sin importancia, por única vez, me dirijo a Usted dado el artero y ruin ataque recibido en la columna Esta Voz de fecha 27 de febrero de 2007, cuyo autor es Hernández y Genis.

1).- El Sr. Hernández miente descaradamente, pues el Sr. Antonio J. Hernández, su padre, no ha sido ni será tema de conversación o comentario mío. Simplemente no lo conocí; por lo tanto no tengo ni he tenido opinión alguna de su persona. Lo que sí es real, es que su trayectoria ha sido motivo de estudios publicados que no son de mi interés. No soy sociólogo, ni estudio el movimiento obrero. Es lamentable que se valga de la memoria de su padre para congraciarse con sus patrones.

2).- En consecuencia, los “supuestos” dichos de “anónimos” informantes, atribuidos a mi persona carecen de sustento. En otras palabras, es patético que justifique sus ataques hacia un servidor basado en chismes. No se trata, entonces, de valor o cobardía, simplemente no está en mi interés. A su padre, que la historia lo juzgue.
Más aún, le dejo muy claro al Sr. Hernández, un servidor no tiene –en lo personal- representantes, voceros o mensajeros. Lo que pienso lo digo en público y de testigos están los medios de comunicación, así que no necesito escudarme en nadie para expresarme y no suelo hacer alusiones de gente que no conozca o no esté presente.

3).- Sus improperios forman parte de la guerra sucia que un sector minoritario ha emprendido contra el Ayuntamiento de Puebla, como una manera desesperada de llamar la atención, una vez que su desempeño en el sector público o partidista, ha pasado con más penas que gloria. Tengo el suficiente valor –que otros no tienen para sostener en público y por escrito mis ideas y defenderlas. Esto, me ha acarreado consecuencias, como sus constantes ataques alentados por sus patrones. Por cierto, ¿Hernández donde trabaja?.

4).- A quien si conocí siendo Rector de la BUAP, fue a Hernández y Genis, cuando desempleado y en compañía de Fernando Alberto Crisanto, me pidió apoyo. En ese entonces y con interés de por medio, su opinión sobre mi era elogiosa. Es lo de menos, personas como Hernández cambian sus ideas y su conducta según sus intereses. Llegó con su aspecto regordete, su cabello ensortijado, su aparente humildad y el lenguaje cortesano que acostumbra, propio de burócrata de medio pelo. El Sr. Parecía una persona necesitada y le tendí la mano ¿o ya lo olvidó? Crisanto es testigo. Conmovido dijo que me viviría agradecido (¡que corta es para “Hernández” la gratitud!).

Al poco tiempo recuerdo que me obsequió un libro sobre personajes de Puebla de su autoría –bastante malo por cierto- y que por educación y pena ajena no lo regresé. Por cierto, ninguna editorial prestigiada lo publicó y tampoco lo he visto citado por críticos ni en la lista de libros más vendidos, menos que sea utilizado como libro de texto de ciencias políticas. Quizá por eso Hernández lo regala a la menor insinuación y sin que nadie se lo pida. Para algunos es mejor ejemplo de literatura chatarra.
De la historia de su padre de Hernández no sé y como lo señalé no me interesa. De la abyección del hijo doy cuenta; habrá que advertir a sus actuales dueños que en cuanto acaba el salario, acaba el compromiso. Sujetos así atacan a quien los apoya.

5).- El Sr. Hernández pretende encubrir con agresividad irresponsable una profunda limitación profesional, que lo ubica en el casillero de sus orígenes. Cumpliendo con la tarea, últimamente se ha dedicado a insultar, denostar y calumniar a un servidor, revelando sin talante y calidad personal. Es obvio, cuando no hay ideas, hay insultos.
6).- De su pobre redacción y su sintaxis anémica, no me ocupo, que sus lectores lo padezcan. De las ofensas, le aclaro, se toman de quien viene. Ese el bajísimo nivel de Hernández, no es el mío.
7).- Por lo demás, su “texto” refleja puntualmente el barniz de sus odios y emociones primitivas. Habría que pedirle a Hernández que no ensucie el oficio de periodista, denigrando a quien dan prestigio al noble ejercicio de escribir y publicar. Que guarde sus miserias en el baúl de su pobreza intelectual. Que pena por él, cuando la paga y la consigna son motivos de vida.

8).- Hernández es el vivo ejemplo del exhibicionismo, los destinos y las vociferaciones de quienes se han encargado de desprestigiar a la actividad política y, pese a ello, continúan cometiendo los mismos errores que causan el hastío y el rechazo de la sociedad. ¿Será por eso que no ha vuelto a competir por una diputación por Atlixco? O ¿es tanta su popularidad y carisma? O simplemente es el miedo de no tener sueldo, al terrible desempleo, como cuando lo conocí.

Espero que en algún momento el Sr. Hernández pueda sostener un debate de altura, y que su trayectoria y currículum le permitan obtener puestos de trabajo con base en méritos y capacidad y no por la genuflexión y la politiquería que acostumbra. Dudo mucho que algún día pueda ser investigador de alguna Universidad, Rector o Presidente Municipal de esta capital. Por ello, los diálogos son entre pares y Hernández no lo es ni será para mí. Es apenas un “político” que sirve a su patrón y eso lo hace medianamente. Su labor es igual a la de un palafrenero.


Por mi parte, es la primera y única vez que me refiero al sedicente columnista y lo hago porque no acostumbro callar ante las ofensas y calumnias, aunque éstas provengan de un provocador.
Que quede claro Sr. Director, Hernández no tiene autoridad de ningún tipo para hacerme acusación alguna y como seguramente sus humores y sus dueños lo obligarán a seguirme descalificando, lo dejo con sus complejos porque no merece la mínima atención de quienes si trabajan y tienen una trayectoria visible. Así, que Hernández siga con lo que apenas sabe hacer, ocuparse de la tarea sucia.

La época de los caciques que amenazan, ya pasó. No contestaré a los insultos, que se vea en un espejo y observe a donde conduce la deshonestidad y la mediocridad. Qué cómodo es insultar, agredir, retar al amparo del poderoso, cuando la “valentía” emana de su amo. No nos engañemos, hoy es Hernández, mañana encontrarán otro igual.

En unos años la realidad ubicará a Hernández y compañía en el lugar que les corresponde. Por cierto no estará en el lado de los que tienen principios, integridad, valor, ideas, libertad y no claudican. Seguro estará entre quienes asumen posturas y conceptos indignos como personaje menor, recogiendo las dádivas y las consignas del poderoso en turno, porque ese es su destino, el servilismo, la mentira, los ataques y los insultos a cambio de un puestecito, como lo ha hecho a lo largo de su vida.

En fin, que Hernández siga con su trayectoria genuflexa y su pasito servil, que yo por mi parte continuaré con mi trabajo a pesar de las diatribas.

Por la publicación de la presente. Sr. Director, quedo de Usted.

Atentamete
ENRIQUE DOGER GUERRERO

Enrique Doger un cobarde: Antonio Hernández y Genis


Antonio Hernández

Yo acuso a Enrique Doger Guerrero



Yo acuso a Enrique Doger Guerrero de ser un cobarde.
Durante los últimos días, cinco diferentes personas, en disímiles ámbitos y de disímbolas actividades, me han confiado que el señor Doger Guerrero ha recurrido al perverso expediente de ensuciar la memoria de mi padre, Don Antonio J: Hernández, para según él, explicar que no tengo derecho ni autoridad moral para criticarlo. Por supuesto, las personas ya mencionadas, no sólo son dignas de mi confianza, también de mi aprecio. Tengo el deber de creerles, son hombres de palabra.

El tal Doger no ha tenido empacho en tildar a mi padre, voz en cuello, de haber sido un asesino, un matón, un cacique, todo esto para descalificar las críticas que yo le he enderezado a su persona, a su conducta política y a su forma de gobernar, si es que lo que él hace se le puede llamar gobernar.

Don Antonio J. Hernández falleció hace 21 años y obviamente no puede ya defenderse de los ataques que este valiente valuarte de la política poblana le realiza, siempre en privado, nunca en público como todos los cobardes.

Por otro lado, ¿quién en su sano juicio se atrevería a culpar al hijo de alguien por las conductas que asume después de más de dos décadas de que su padre falleció? Sólo un oligofrénico. Sólo un badulaque que tiene que recurrir al sucio expediente de ensuciar la memoria de alguien para atacar a un adversario. Comportamiento digno de un capón, falto, por tanto, de testosterona y en especial de dignidad.
Me pregunto por qué hace 22 años el tal Doger no dirigió sus pasos a las oficinas centrales de la CROM en la capital del país o simplemente a media hora de aquí, a la ciudad de Atlixco, para intentar decirle a mi padre con la misma decisión, con el mismo valor que ahora lo hace, es usted un asesino, un matón y un cacique. Yo sé por qué.

Porque conocer a un hombre en toda la extensión de la palabra como lo era Don Antonio J. Hernández hubiera hecho que un pobre hombrecito, de la pequeña estatura física y moral del tal Doger, se hubiera meado, ya no digamos del susto, tan sólo por el respeto y por la autoridad que la figura que la personalidad de mi padre imponían.

En los últimos años de la vida de mi padre me convertí en su confidente, supe por ello que a sus adversarios se enfrento, siempre, con lealtad y a sus enemigos con valor y con inteligencia, pero NUNCA tuvo que recurrir al indigno método de ensuciar la memoria de un muerto, para defender su autoridad, su posición, su poder, su persona o aún sus intereses.

Esa es la diferencia entre un verdadero hombre como lo fue Don Antonio y un hombrecito como lo es el tal Doger. Qué pena, qué agravio que alguien con este talante sea quien gobierne la capital de nuestro estado.

Así como los hijos del tal Doger no son responsables de la indigna conducta de su padre, Don Antonio tampoco lo es de la mía, y menos después de morirse hace más de 20 años.

Él, mi padre, ya no puede defenderse por obvias razones, pero yo estoy aquí para hacerlo. Por tanto, deseo enviarle desde aquí un mensaje al señor Doger: ciudadano presidente, así con minúsculas, estoy a sus órdenes para lo que usted disponga, si es que después de todo lo que he escrito todavía puede disponer algo.

ahernandezyg@yahoo.com.mx
Comentarios a Antonio Hernández:
ahernandezygenis@intoleranciadiario.com

foto: Dr. Enrique Doger Guerrero