Enrique Núñez - Contracara
El coloquio Entremedios se convierte año con año en el reducto de las ideas libertarias de quienes formamos parte de esa extraña especie denominada periodistas.
Es el lugar adecuado para presumir —en la gran mayoría de los casos— lo que nunca hemos sido.
Entremedios es, sin duda, el espacio ideal para construir —cuando menos por un día— el medio de comunicación al que todos quisieran pertenecer.
Así, todos aquellos que levantaron la voz para presentarse como los paladines de la libertad de expresión regresan triunfadores a sus redacciones para ver cómo se destruyen sus notas cuando proponen enjuiciar al clan dogerista; convirtiendo su batalla en una pírrica victoria.
Sin duda, quienes hemos formado parte de los medios, sabemos que detrás de éstos siempre existen intereses ocultos, los cuales vamos conociendo poco a poco.
Quizá, la mesa más interesante para Entremedios del año próximo pudiera darse con la aparición de los dueños de los medios de comunicación.
Porque, evidentemente, cada reportero se pone la camiseta de su propio medio y va al coloquio y lo defiende a capa y espada.
¿Pero qué harían los verdaderos dueños del poder mediático?
Me queda claro que saldrían chispas.
Evadiendo el tema de Puebla, imaginemos un coloquio entre Emilio Azcárraga Jean de
Televisa, Ricardo Salinas Pliego de TV Azteca, Juan Francisco Ealy de El Universal, Mario Vázquez Raña de OEM y ABC Radio, Olegario Vázquez Raña de Grupo Imagen, Alejandro Junco de Reforma y Francisco Ibarra López de ACIR.
¿Saben lo que pasaría?
Bueno, pues traslademos ese escenario para Puebla y entenderemos nuestras disputas aldeanas.
Ahí está la propuesta.
¿Quién dice yo?
La influencia de los medios
Esta es parte de mi ponencia presentada el día de ayer:
“Uno de los errores constantes entre quienes hacemos periodismo, estriba en la confusión entre formar parte de un influyente medio de comunicación y sentirse líder de opinión.
Pareciera que estamos hablando de lo mismo, pero no.
La diferencia existente entre un supuesto líder de opinión y un influyente medio de comunicación es enorme.
Veamos.
Todos quienes tenemos el privilegio de contar con una pluma, un micrófono o una cámara enfrente, invariablemente terminamos por oír el canto de las sirenas.
Los medios resultan irresistiblemente seductores.
Las mieles del poder las saboreamos diariamente, cayendo de manera irremediable en las redes de la omnipotencia.
Todos sin excepción —unos más, otros menos— nos hemos sentido auténticos baluartes de la sociedad; nos autonombramos —sin consultarle a nadie— representantes del pueblo y juzgamos como Césares a todo aquél que se le ocurre pasar frente a nuestras miradas.
Lo que no comprendemos es que la influencia real no nos pertenece, ésta es propiedad de cada medio mientras el lector, el radioescucha o el televidente lo permitan.
Los periodistas somos fugaces.
Pasamos de la palestra a la congeladora de acuerdo a los intereses directos de quienes ostentan el verdadero poder de los medios: los dueños.
Así de fácil.
Sin embargo, en esa búsqueda constante de quienes hicimos del periodismo nuestra forma de vida, debe estar la esencia del verdadero periodista, quien está obligado a luchar diariamente para evitar que su medio se convierta en una simple herramienta de negocios.
Y de esa pugna entre el periodista y el propietario de los medios debe imponerse una constante: el compromiso de hacer periodismo.
A partir de esa base, cada medio va logrando influir en una sociedad que parece no creer en nada ni nadie.
Sin embargo, aún cree en los medios.
No en todos. De ahí que hablar de la influencia de los medios resulte sumamente ambiguo.
Yo estoy convencido de que los medios serios tienen una gran influencia social, por eso los invito a olvidarnos de las teorías, yendo directamente a los hechos.
Para ejemplificar la influencia de los medios, me permití poner sobre la mesa un solo tema: la negolimosna dogerista…
… Después de toda la información publicada por Intolerancia, quedó demostrado que un simple medio pudo lograr que estas corruptelas no quedaran impunes.
Si se sanciona jurídicamente este hecho, será asunto de las autoridades.
Pero lo más importante es que, socialmente, Doger está pagando el precio.
Sin duda, una clara muestra de la influencia de los medios.”
Foto Rodolfo Pérez